ANDREA GONZÁLEZ-VILLABLANCA INVITADA POR EL MINISTERIO DE LA MUJER Y LA EQUIDAD DE GÉNERO A LA CONMEMORACIÓN DEL DÍA NACIONAL CONTRA EL FEMICIDIO
En el marco del Día Nacional contra el Femicidio, nuestra fundadora, la periodista Andrea González-Villablanca fue invitada por la Ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Antonia Orellana, a participar en el conversatorio “Femicidio y desapariciones de mujeres: desafíos para el Estado”.
El encuentro contó con la participación de actores clave del sistema institucional y regional, entre ellos el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI), órgano de la Organización de los Estados Americanos (OEA) encargado de prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
Asistieron además familiares de víctimas chilenas de femicidio, representantes de la Red de Mujeres en Seguridad y Defensa, la Subsecretaría de Prevención del Delito, la Fiscalía de Chile, Carabineros de Chile, la Policía de Investigaciones (PDI), autoridades locales como la alcaldesa Claudia Pizarro, así como la organización política Ni Una Menos–Chile, lideresas del Programa Formar para Incidir y destacadas voces de la academia, la investigación y la sociedad civil.
La diversidad y jerarquía de las instituciones presentes refuerza la urgencia de avanzar hacia respuestas integrales, intersectoriales y con enfoque de derechos humanos.
Mujer MRKH · Ninfas de Rokitansky® | Diciembre 20, 2025
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Esta invitación reconoce su labor como periodista y el trabajo de investigación, documentación y visibilización que realiza como fundadora de Mujer MRKH · Ninfas de Rokitansky® en el Programa del Gobierno de Chile "Formar para Incidir", desde donde aporta una mirada especializada sobre las violencias estructurales y las exclusiones históricas que afectan a mujeres y niñas, particularmente a quienes nacemos con el Síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (MRKH)
El MRKH permite comprender una dimensión profundamente negada de la violencia de género: aquella que no deja huellas visibles inmediatas, pero que se instala desde la infancia mediante la negativa a proteger nuestro cuerpo y a aceptarlo tal como nació. Un cuerpo con ausencia total o parcial de útero y con una cavidad vaginal escasa, que el sistema insiste en corregir, intervenir o silenciar en lugar de reconocer, cuidar y respetar.
La falta de acceso oportuno a salud, información veraz y protección institucional no es un vacío administrativo: es una forma de violencia estructural. Estas prácticas invisibilizadas y normalizadas construyen trayectorias de vulnerabilidad que rara vez son nombradas, registradas o investigadas.
El femicidio no es el comienzo de la violencia, sino su expresión más extrema. La prevención real exige mirar antes: allí donde hay mujeres que no son nombradas, registradas ni plenamente reconocidas por el Estado. Mientras existan mujeres invisibles, la prevención seguirá siendo incompleta.
▪️| EL CÚMULO DE ESTAS VIOLENCIAS...
El cúmulo de estas violencias no sólo margina cuerpos: construye subjetividades heridas. En muchas niñas y mujeres —incluidas aquellas nacidas con MRKH— se instala tempranamente la idea de que deben conformarse con vínculos donde la violencia se normaliza, convencerse de que son aceptadas y agradecer que alguien las “elija”, incluso al costo de su dignidad. Esa percepción de “poco valor” no es individual: es el resultado directo de un sistema que niega, silencia y no investiga ciertas violencias.
▪️| QUIEN VIVE PARA EL SISTEMA ES REEMPLAZABLE. QUIEN VIVE SU VERDAD, ES IRREPETIBLE
Por eso, trabajos como Mujer MRKH · Ninfas de Rokitansky® son esenciales: educan para que ninguna niña crea que debe convertirse en la sombra de un hombre para existir, porque eso —y no la autonomía— es la verdadera negación del valor. El MRKH nos enseña que la violencia no siempre comienza con el golpe, sino con la vergüenza impuesta, el silencio y la normalización de la exclusión. En este entramado, víctimas y victimarios son, muchas veces, hijos del mismo sistema: personas formadas para ocultar su humanidad, obedecer protocolos rígidos y reproducir violencias aprendidas.
Hay quienes sostienen luchas prestadas y quienes construyen su propia causa.
Las primeras dependen del sistema; las segundas convierten incluso la vergüenza que les fue impuesta en conciencia y acción.
Cuando el sistema desecha a quienes sólo le pertenecen, queda el silencio.
Pero cuando una mujer transforma su verdad —aquello que fue nombrado como “limitación” o “vergüenza”— en misión, deja legado.
Eso es poder: la autonomía que rompe la lógica de la dominación.
Eso es futuro: una sociedad donde ninguna mujer vuelva a ser educada para desaparecer.
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